Día 8

Había tomado una decisión. Consideró que era el momento de alejarse de su amante sadomasoquista. Ya no quería que le cortase la piel con una gillette para lamer su sangre mientras se la metía ferozmente. No le gustaba que la montara por atrás y le sumergiera la cabeza en la bañera. Tampoco disfrutaba de clavarle el cuchillo en la nalga cuando ella estaba sobre él. Tenía miedo de que el acero se entusiasmara y penetrara órganos vitales y al ver la sangre bombear hacia fuera estallara en un orgasmo de rojos intensos.