Día 3

La tercera mujer apareció bajo la luz mortecina de la calle. Respiró hondo y olfateó. Podía percibir el calor de su presa, el olor de su adrenalina sobre la piel. Con sigilo se acercó en la oscuridad, mientras escuchaba el jadeo después de la corrida. De repente, tiró del pelo hacia atrás e hizo dos tajos en la garganta descubierta.