Día 31

Sabía que era el final. No tenía otra opción. Mañana se levantaría e iba a estar todo igual. Quiso cerrar el cajón, pero quedó trabado. La botella en una mano y el mundo afuera. Lo último que miró fue su foto en la pared.

Día 30

Hoy me sentía totalmente ajena. La gente que me era familiar se había convertido en extraños que nunca había visto. Todo me resultaba lejano e inexistente. Tuve la idea de probar sus esencias vitales y acuchillarlos para ver si salía sangre o algún líquido verde, pero la niebla me distanció tanto que los perdí de vista.

Día 29

Abrió su correo electrónico y se encontró con el nombre de Mariana. Se sonrió un poco, satisfecho de haber acertado inconscientemente. La había dejado la semana pasada para volver con Silvia que estaba esperando un hijo suyo. Todavía seguía sintiendo algo y le generó cierta curiosidad. Seguro que le escribía para decirle que lo extrañaba, que no podía vivir sin él... y la entendió. Tenían buena química.
Se encontró con un video adjunto títulado "Para que no me olvides". Se volvió a sonreír. Cuando puso play, se encontró con un duro trasero masculino que le daba fuerte a su novia que estaba en cuatro patas. Podía notar el chasquido que hacían las nalgas contra la cola y los gemidos que alguna vez había escuchado en directo.

Día 28

Sensibilidad. Palabras ajenas. Sin sexualidad. Retorcijones caóticos.
La mente confunde deseos internos y los exterioriza en ramilletes de caléndulas blancas.

Día 27

La habían violado. Sentía las piernas hinchadas y podía ver los moretones en su piel. Avanzaba con las pocas fuerzas que le quedaban. Seguía teniendo la sensación del miembro en su interior. Se imaginaba su vagina que absorbía la putrefacción que le habían inyectado y vomitó.

Día 26

Lo tenía sobre la mesa. Estaba en posición para cortar el pedazo de carne. Después lo freiría con un poco de aceite y cebollas rehogadas. La idea surgió cuando leyó un artículo y quiso probar. "La carne humana tiene gusto a cerdo".

Día 25

Las ráfagas del viento azotaban la playa. Se tendió de espaldas. La arena comenzó a aguijonear su cuerpo y a cubrir su superficie. Poco a poco el agua fue humedeciendo sus pies hasta llegar a la cabeza.

Día 24

El hombre se convierte en un asesino cada vez que abre los ojos. Camina por la calle y piensa en clavarle un cuchillo a su vecino de enfrente. Cuando sube a su auto, debe refrenar su pie para no aplastar al chico que va a la escuela y cruza en rojo porque llega tarde.

Día 23


Ella creyó en lo que escuchaba, porque eran palabras atrapantes. Obediente, se acercó a la cornisa. No miró hacia abajo; se hubiese desesperado. Solamente dio un paso en su dirección. Él la observó sobre el asfalto y se rió.

Día 22

Quería espacio para matar a alguien. Necesitaba sentir el arrullo de la sangre en sus manos. Impura. Llena de palabras vacías que no podían salir. Su cabeza daba vueltas y las venas estaban a punto de estallar.

Día 21

Tenía la tijera en la mano manchada con sangre fresca. Desde la cocina podía visualizar la cama impregnada de un color rojizo y el cuerpo cercenado. Se miró la otra mano que seguía sosteniendo un miembro flácido.

Día 20

Acá estoy, sentada, pensando la forma de asesinarte. Muchas ideas cruzan mi mente inalterable y disfruto con cada detalle emergente. Tu miembro irrumpe en mi interior y advierto la humedad que despido aceleradamente.

Día 19

Basta. Los látigos se incrustan en mi carne. La sangre corre por los surcos verticales. Los jirones de piel se desgarran. La fuerza de los golpes me estampan contra el muro y caigo... me dejo caer.

Día 18

Los sonajeros comenzaron a sonar en la habitación vacía. Recién llegaba y una oleada fresca me revolvió el pelo. Cerré los ojos y pude sentir unas manos que me recibían. Percibí sus dedos recorrieron la curva de mis senos, mientras una corriente se deslizaba hacia mis abajos.

Día 17

Número de sepultura 33825258. Recorrió el cementerio buscando esa ubicación (pantalla grande, conexión inalámbrica). Se paralizó al ver la lápida. La reconocía de sus sueños agónicos (servicio técnico anulado). Ahí se encontraban sus abuelos a quienes había asesinado en su infancia.

Día 16

Otra vez estaba hablando por teléfono con la misma gente. Otra vez hubiera traspasado el cable telefónico para enroscárselo en el cuello y apretar y apretar tan tan fuerte hasta ver sus ojos exorbitados saltar sobre el escritorio.

Día 15

Quiso matarla. Se lo dijo, pero ella se rió sin prestarle mayor atención. Estaba de espaldas. Podía ver su cara esbozando una sonrisa sarcástica. Miró la botella de vino que sostenía en su mano y se la reventó en la cabeza.

Día 14

Los días me atrasan y la sensación de agobio se expande al futuro. Siento que las responsabilidades se me escapan de las manos, la lapicera cae y mi líquido rojo se derrama junto con la tinta.

Día 13

Quiso sentir la adrenalina en su cuerpo. Por eso subió al auto y aceleró. Ya en la autopista la aguja no paraba de ascender número sobre número. Las luces de los autos de la mano contraria pasaban como relámpagos rectos. Un fogonazo. Su cabeza pendía entre los vidrios punteagudos.

Día 12

Sueño. Infierno. Desesperanza en una triste noche de angustias quemadas por un paquete de cigarrillos que tratan de bostezar su última humareda.

Día 11

A veces siento que mi cuerpo no puede moverse. Se encuentra paralizado por úlceras sedientas de sangre y que escupen su esperma sanguinolento.

Día 10

Los olvidos explotan en la cabeza y se desparraman por cada célula para contaminarlas de un vacío existencial.

Día 9

La noche se siente fría y húmeda. Ya las luciérnagas cayeron sobre la tierra y las pocas cucarachas que siguen dando vueltas empiezan a revolcarse sobre sus caparazones.

Día 8

Cansada de un juego interminable, arrojó sin paciencia el peón por el aire, que se incrustó en el ojo del caballo. Sus cascos delanteros se alzaron en el aire y al caer aplastaron la cabeza de un alfil.

Día 7

Las fuerzas incontrolables de la entelequia incrustaron el puñal en la inocente piel y lo retorcieron hasta llegar a la superficie de madera.

Día 6

La descompostura desvanece la trama de los pensamientos. Los músculos se distienden, una ráfaga cálida sube hasta mi boca y la vista se bifurca en millones de agujeros. Sus palabras resuenan en los oídos, pero nadie escucha.

Día 5

Siento que mis pies no quieren avanzar, se retoban, tienen miedo. Un leve cosquilleo sube desde la punta de mis dedos hacia la parte superior de mis muslos, se extiende, se expande... no hay control sobre la piel carcomida.

Día 4

Las cortinas estaban manchadas con sangre; una mano aparecía impresa sobre el color azul de la tela. Pero no había nadie y todo el departamento estaba en orden.

Día 3

Si siempre pudiese decir la palabra justa, sentiría que mi ser se desvanece en cada letra. Mis venas contribuirían con su sangre para escribir sobre mi piel lo que no soy.

Día 2

Las ciudades se habían hundido hacía unos años atrás y la marejada traía cadáveres cada mañana. Si por casualidad me encontraba con algún cuerpo, trataba de no mirar. Con miedo, con angustia, con una insoportable lentitud, mi cabeza giraba para comprobar que no era conocido.

Día 1

Los trabajadores avanzan por el quebrachal. Están cansados. Ya está oscuro y falta para llegar a las chozas. Piensan en el vale de comida que gastaron ayer... hoy tomaran mate.