Día 21

Miró por la ventana y la niebla cargada con un olor denso que ingresaba por la garganta y la quemaba comenzó a oscurecer su mundo interno. Se sentía invadida por seres furiosos que no tenían conciencia ni moralidad, cuyo único mandato era la avaricia. Sus monedas diseminadas en las rutas cobraron su peaje de muerte: miradas sin ojos, cuerpos sin piernas, almas sin vida.