Día 12

Día 11

Están apurados. No pueden llegar tarde. Corren por las veredas vacías como si un fantasma de Scooby Doo los persiguiera. Suben hasta la terraza del edificio y ya ahí, respirando con agitación, se sientan a esperar. El reloj marca que faltan dos segundos. Se miran y observan... explota la empresa donde trabajan.

Día 10

Escucha los ruidos de los vidrios rotos; primero le llega como incorporados a su sueño, pero cuando los restos caen al suelo reconoce que está despierto. Sabe que no cuenta con mucho tiempo; extiende su mano hacia la mesa de luz. Percibe los movimientos del otro lado de la puerta; cuando se abre, el fogonazo cruza la oscuridad y logra ver un rostro.

Día 9

El perro se lanza sobre su carótida. Quiere detenerlo, pero sus manos no alcanzan para contener el ataque. Los pelos del animal se escurren entre sus dedos y los colmillos se clavan punzantes para terminar con un desgarro.

Día 8

No tengo más sensaciones que mi mano atorada en el picaporte de la puerta. No hay circulación y mi piel es un objeto pálido, que ni siquiera tiene fuerza para hacer bajar el metal.

Día 7

El cielo amenazaba una tormenta atroz. Sentía cómo la electricidad sacudía cada célula. Era un amasijo de huracanes a punto de estallar.

Día 6

La luna lloraba sangre esa noche, mientras Salomé sostenía la cabeza de Juan frente al espejo. Su cuerpo desnudo se manchaba de rojo y con sus siete velos, que había utilizado para la danza, envolvió su trofeo.

Día 5

Había manifestado su fuerza bajo el sol poniente. Las llamas seguían consumiendo la ciudad que se convertía en una sombra de cenizas.

Día 4

Aclaración de la frase del día anterior para aquellos que suelen hacer una trasposición de lo que escribo a lo que soy.
Amigos, familiares, etc.: no se preocupen. No haría eso por dos razones:
Por un lado, tendría que cocinarlos y saben que no es mi fuerte. Demasiado trabajo.
Por el otro, un acto de esa naturaleza sería la invasión de todos ustedes en mi cuerpo. Como saben, la invasión, la imposición, el subyugamiento me ponen fuera de mí.

Día 3

Acá encerrado, seguía sin entender el motivo de la sentencia. Todos los días leía en el diario atrocidades efectuadas por los distintos gobiernos o corporaciones transnacionales, cuyos objetivos eran el poder o el dinero. Su motivación había sido el amor.
Había asesinado a todos sus seres queridos para tenerlos siempre. Algunos tenían sus huesos en el sótano; otros seguían con sus pedazos en el refrigerador a la espera de ser ingeridos. Simplemente había incorporado un poco de cada uno y los había hecho suyo.

Día 2

Siento la necesidad de expresar mi interior estético. Podría viajar en colectivo y mientras estoy parada, tomar del cabello a la vieja sentada delante mío, tirar hacia atrás para cortarle la garganta con la otra mano. Utilizaría su mismo pelo para pintar los vidrios y convertirlo en un antiguo fileado en rojo.

Día 1

Habían nacido del mismo hueco de la tierra fértil que desembocaba a orillas del mar. Por un lado, estaba el huracán furioso, incontrolable, que sembraba muerte y desolación a su paso. Cuando la veían venir, la gente se ocultaba y trataba de salvaguardar su integridad física. Algunos lo conseguían, otros encontraban sus pedazos desperdigados por el campo. Por el otro lado, había surgido una planta de maravillosos colores y con un perfume extraordinario. Su presencia embellecía los suelos terrosos de la montaña. Sin embargo, esa exquisitez vegetal encerraba un secreto. Los pobladores pudieron comprobarlo el día que encontraron el cuerpo exánime de un chiquillo que, atraído por un dulce aroma, había tocado sus pétalos puntudos. Nunca supo que el veneno había entrado a través de las puntas, atravesado todo su cuerpo con la sangre para, finalmente, paralizar su corazón. La hiedra al fin se había manifestado.