Día 20

El gato negro estaba sentado en el escritorio. Su cuerpo formaba un triángulo perfecto, mientras su lengua lamía una de sus patas delanteras para, seguidamente, pasársela por la cabeza. Un poco más cerca podía escucharse el ronronear que producía. Y un poco más lejos podía observarse la cabeza apoyada sobre los papeles manchados de sangre.