Día 11

Están apurados. No pueden llegar tarde. Corren por las veredas vacías como si un fantasma de Scooby Doo los persiguiera. Suben hasta la terraza del edificio y ya ahí, respirando con agitación, se sientan a esperar. El reloj marca que faltan dos segundos. Se miran y observan... explota la empresa donde trabajan.