Día 1

Tuvo que contener la necesidad de clavarle la ballesta en la pierna. Quería que dejase de avanzar, porque le estaba avasallando su terreno y la invasión le molestaba. No le interesaba escuchar palabras revestidas de un camuflaje amable, cuya intención ocultaba negras envidias eternas. No podía matar ese cuerpo putrefacto, ya su pestilencia le provocaba arcadas incontenibles.